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Crónicas

La Estupa de la Paz

Hemos comenzamos la construcción de La Estupa de la Paz de Tierra de Budas.

El interior estará repleto de multitud de mandalas, miles de mantras impresos y enrollados, cientos de estatuas de Buda (tsa tsas) y todo tipo de ofrendas. La estructura contará con unos 9 metros de alto. Nuestra Estupa fomentará la paz y la armonía, favorecerá la longevidad y eliminará los obstáculos espirituales.

Se encontrará en una ubicación especial, dentro de varias hectáreas de bosques de robles, pinares, madroños, tierras de pastos y prados que se extienden hasta la Garganta de Minchones.  Un microcosmos en Sierra de Gredos de gran belleza que nos transportará a un mundo mágico. Tierra habitada por budas, en la que el amor, la compasión y la alegría han hallado su hogar.

Participa en la construcción de La Estupa de la Paz

Te mostramos los trabajos realizados durante este año.

Consagración del terreno.
Marcando y vaciando el terreno para llevar a cabo la cimentación.
Consagrando la Bumpa.
Levantando la Estupa.
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¿Qué me ha traído hasta aquí, hasta Tierra de Budas?

No sé porqué ni desde cuándo la práctica budista me ha cautivado.  Y esta admiración, respeto y amor hacia ella son las que han provocado mi encuentro con Tierra de Budas, lugar de retiro, estudio, sabiduría, compasión y de amor, de muchísimo amor.

¿Qué me ha traído hasta aquí, hasta Tierra de Budas?

Si busco razones, podría ser que desde muy pequeña he buscado un camino espiritual que aunara grupo y al mismo tiempo autonomía y eso, lo he sentido en el budismo. Siempre me preguntaba y preguntaba qué por qué estábamos aquí y normalmente no solía encontrar una respuesta que calmara mi desasosiego.  Las respuestas o eran completamente materialistas, egóticas o demasiado esotéricas para mi gusto.  Pero nunca perdí las ganas y seguí buscando, pero sin demasiado resultado.

Un día,  ya más mayor, una amiga me habló de una práctica que te permitía lograr la felicidad mental. Me dijo que meditaba y que si quería probar. Aunque algo así me inspiraba algunas dudas le dije que sí y me lancé al vacío.  Como decía, me lancé por primera vez al vacío o mejor dicho, a la “llenitud” de mi mente.  ¡Qué caos! ¡Qué difícil! Pero aun así, llegué a un estado de calma que por primera vez me hizo sentir en casa. Fue algo así como el flechazo del primer amor, algo que nunca se olvida.

¿Cómo podía volver a sentir algo así? ¿Cómo podía volver a casa? A partir de aquí, empecé un camino de búsqueda que me ha llevado a transitar por muchos tipos de prácticas, estudios, encuentros y desencuentros, lecturas, viajes, caminatas, charlas diurnas y nocturnas, músicas… Todos estos encuentros, muy positivos, me calmaban temporalmente. Nunca era capaz de incorporarlos a mi vida cotidiana, de hacerlos míos. Como si de un árbol se tratase, me sentía como una rama al vaivén sin tronco ni base alguna.

Y así ha sido como Tierra de Budas me ha encontrado a mí o yo la he encontrado a ella, qué más da. De forma inexplicable me sentí muy atraída por este lugar y sin pensármelo dos veces me apunté al retiro. Llegué estresada, cansada y sin saber realmente a qué me enfrentaba.

Tierra de Budas ha supuesto un punto de inflexión en mi vida.  En estos cinco días, por primera vez he entendido qué significa meditar, por qué y para qué es importante. Es por-para ti y por-para el resto de seres vivos, conscientes. Y lo más importante es que me ha aportado una base y tronco a mi práctica cotidiana, por lo que por primera vez en mi vida forma parte de mi cotidianeidad y de mi futuro. Quiero seguir en esta senda.

Gracias a mis maestros, Joana Torró y David Novi. Gracias por todas las prácticas que nos habéis enseñado. Habéis convertido enseñanzas y prácticas milenarias en algo muy sencillo de entender. Gracias por vuestros análisis, consejos, cantos, música… y sobre todo por vuestra compasión, paciencia y amor hacia todos nosotros y nosotras. ¡Gracias!

Gracias a la dirección, a Amparo, por hacernos tan fácil la llegada. Gracias por tu paciencia, buen hacer y por todos los consejos que nos has dado. Gracias por ofrecernos un espacio tan bello donde poder retirarnos, estudiar, meditar y practicar. Y gracias por ofrecernos un menú vegetariano tan sabroso, nutritivo y variado.  Gracias por haber preparado con tanto amor y cariño las habitaciones donde nos hospedamos. Se respira paz. ¡Gracias!

Gracias a los voluntarios y voluntarias que tanto nos han cuidado. No tengo palabras para agradecerles toda su ayuda,  la comida tan sabrosa y que tan amorosamente nos han preparado. También les agradezco el cuidado y el esmero en la limpieza de nuestras habitaciones y del entorno del templo. ¡Gracias!

Gracias a los maestros Geshe Tsering Palden y a Geshe  Ngawang Losel. Gracias por compartir con nosotros y nosotras su sabiduría, prácticas y su buen humor. ¡Gracias!

Y por último, gracias a todos mis compañeros y compañeras. Siento que hemos sido, somos y seremos una sangha maravillosa. Gracias por todas las charlas, consejos, risas, debates y meditaciones que hemos compartido. Espero que sean muchas más. ¡Gracias!

Os pienso siempre.

Crónica escrita por Raquel Rojo García de Lara, asistente al curso “Despierta” en Tierra de Budas.  

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Despierta

Posiblemente no es tan raro que suceda… Puede llegar un momento en la vida en el que necesitas parar de caminar. Te sientes cansado, harto, algo perdido y desorientado y no sabes muy bien cuál es el siguiente paso a realizar sin sentir que tu cuerpo quiere abandonar una mente que está a punto de enfermarle. Duele el cuerpo, se oprime el pecho, anida la tristeza en tu vientre, salen las palabras incorrectas… Y entonces decides volver a tu esencia. Volver a aquellos días primeros en los que tu alma aún estaba limpia, en los que meditar era tan fácil como salir a jugar y quedarse mirando una mariposa…

Yo quise parar… y decidí estar sola y mirarme por dentro. Decidí que debía buscar mi solución dentro de mi mente. Muy pocos me entendieron. Incluso aquellos que me querían pensaron que era mucho más fácil echarle la culpa de mi tristeza a los demás. Pero yo sabía que la solución no podía pedírsela a los demás, que era yo la que debía encontrarme en mi fondo y sacarme de allí.

Adoro Internet y estas nuevas formas de que aparezca en la pantalla justo aquello que estás buscando. Y por andar buscando con las teclas, fue la magia de la tecnología la que trajo “Tierra de Budas” una noche a mi móvil. Decía que el objetivo era encontrar la felicidad y eso me bastó para seguir leyendo. El programa se denominaba “Despierta”, que era justo lo que yo quería hacer: despertarme. El programa de actividades se desarrollaba en cinco días, de domingo noche a viernes tarde, y estaba plagado de meditaciones de muy diversos temas, todos ellos girando en torno a mis necesidades: relajación, equilibrio energético, mindfullness en paseo, meditación en la impermanencia, en la preciosa vida humana, meditación analítica para transformar la mente, meditación en la naturaleza, superación del apego, meditación en el amor, en el perdón, en la bondad, en la ecuanimidad…  Yo ya tenía algo de experiencia en mindfullness, no podía ser algo muy diferente. Vi que estaba organizado por un centro budista, pero eso me pareció secundario…

Y decidí intentarlo…

Mi cuerpo dejó de quejarse casi desde el primer minuto, cuando entré por un lugar mágico, de paz, de silencio, de belleza natural… Me gustó la casa y la hice mía rápidamente… Era como ir a casa de la abuela, en el pueblo, donde sabes que te van a cuidar mente y cuerpo; pero el primer día, a mi mente le pareció un castigo. Por un momento, sintió vértigo al saberse observada de forma constante. Allí estaba yo a todas horas, buscándola, obligándola a doblegarse, a ceder a los justos requerimientos de una filosofía lógica de vida. Mi mente echaba  de menos la rutina, la pereza, su libre albedrío… No. Allí estaba yo para exigirla, para limpiarla de vicios, de pensamientos que me habían inundado de basura… y …poco a poco fuimos entendiéndonos. El cuerpo iba a sus anchas, bien cuidado con un menú donde ningún plato se repetía y todo caía en el plato recién hecho. Y por la tarde, gozaba de un baño en un río de ensueño, entre cuyas piedras circulaba rápida el agua y hasta lo masajeaba. Podía estirarse, nadar entre las sombras de los robles y las luces brillantes del espejo líquido de la superficie. Mi cuerpo estaba feliz y comenzó a llenarse, casi sin darme yo cuenta, de una vitalidad sana y positiva que hacía tiempo que no sentía.

No voy a hacer amigos –dije antes de llegar a Tierra de Budas-. Ese no es mi objetivo. Quiero estar a solas conmigo misma.

Pero lo cierto es que los hice. Puede que no sean los amigos que se hacen poco a poco, compartiendo las experiencias de los años, esos que se conservan para siempre… o no. Puede que no sean esos que quieres hacer tuyos porque son “la repera limonera” de divertidos, al menos una temporada loca. Puede que tampoco sean esos que te “convienen” porque ya se sabe que a quien buen árbol se arrima… Lo cierto es que hice amigos. Desde mi enérgica y pelirroja compañera de habitación, hasta el último de los 13 aventureros que allí estábamos, se quedan en mi vida. Incluyo en esta cifra a nuestros maestros, David y Joana, que consiguieron hacernos cumplir con nuestros propósitos. Cada cual venía a lidiar con los fantasmas de su propia mente y, sin embargo, cuánto nos ayudó a todos saber que ninguno estaba solo! No fue un trabajo de equipo y sin embargo aprendimos todos juntos. Y a veces, solo a veces y muy bajito, alguno describía sus fantasmas. Entonces recibía el regalo de la escucha sin juicio pero sí con compasión.

No esperaba más… y aún aprendí más: amor, compasión, sabiduría como antídotos para el sufrimiento de los engaños del apego, el odio y la ignorancia; un canal que debo limpiar en mi cuerpo, desde el espacio hasta la tierra, para estar en equilibrio; una oración para recordarme que quiero felicidad para todos los seres y no solo para mí… son pinceladas de una filosofía budista en la que quiero seguir nadando.

Ahora ya sé cuáles van a ser mis siguientes pasos… porque mis tres joyas, cuerpo, mente y habla, están de acuerdo.

Crónica escrita por Ana Mª López, asistente al curso “Despierta” en Tierra de Budas.  

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La vida y la muerte, Semana Santa en Tierra de Budas

Nos dimos cita el pasado 17 de abril en la comarca de la Vera, en Cáceres, para iniciar un viaje importante, la aproximación a la muerte desde el punto de vista del Budismo, y entender con ello mejor el propósito de nuestra vida. Un tema al que el Budismo presta especial atención, y para el que todos los asistentes habíamos reservado el tiempo con antelación.

Las enseñanzas dieron comienzo desde el mismo día de nuestra recepción en el centro, con una acogida calurosa por parte de los Maestros, dos lamas Geshes Larampas, que serían nuestra guía durante esos días, y el equipo del centro. La comunidad budista, Thubten Dhargye Ling, ha elegido un entorno que invita a la paz mental, la reflexión y el descanso. Una finca amplia, llena de árboles, verde y flores, y tras ella, vigilantes las estribaciones de la Sierra de Gredos, dando aún mayor sensación de sosiego.

La casa donde nos dimos cita era un edificio de tres plantas, todo luminoso y acondicionado hasta el último detalle. Casi todas en la planta de arriba teníamos las habitaciones dotadas de un baño personal y una señorial cama. Las ventanas abiertas al exterior daban una luz y una amplitud que hacían no querer dejar la habitación.

El primer día nos vimos todos por primera vez en la cena. Un surtido elenco de platos y con cantidades para llenar hasta al más hambriento. El personal de sala estuvo en cada detalle, pan, agua, recogida de platos…en fin, un ambiente de hotel de cuatro estrellas. Divididos en mesas pudimos empezar a hacer contactos unos con otros, compartiendo los objetivos y expectativas de este curso, que prometía. Para finalizar el día nos dimos cita en la sala de enseñanzas, la Gompa, para asistir a una sesión de cuencos tibetanos y gongs. Sinceramente, un final de día estupendo para dejar atrás la vida cotidiana y emprender el camino de las enseñanzas del Dharma.

Tras la noche de descanso, nos vimos todos de nuevo en la Gompa para empezar el día con una meditación. Más centrados y con ganas, y un poco de hambre nos lanzamos al bufé del desayuno. No faltó de nada para los gustos de cada cual.

Ya listos, ahora sí, fue el momento de empezar. Con la llamada del gong acogimos a los Maestros que desgranaron sabiduría, a paso tranquilo pero firme, abriendo nuestro entendimiento a otra manera, quizá más lógica, de percibir la realidad. Recorriendo el inicio de la vida nos embarcamos en los cuatro días del curso en el viaje hasta nuestra muerte y la obligada preparación.

No faltaron tiempos de preguntas, y amablemente los maestros saciaron la curiosidad de todos. Tampoco los obligados descansos para estirar las piernas o tomar una infusión o un té, permitiendo así compartir las primeras impresiones con los compañeros. Muchos ya en años de Budismo, otros no tanto, o nada, pero todos con la misma sed de aprender y las mismas ganas de saber.

Tras las primeras sesiones de la mañana llegó la hora de comer. Y parece que no, pero aprender abre el apetito, que pudimos bien compensar con un menú vegetariano de lujo. Platos, postres, bebidas, a gusto de todos. Sin prisa, aguardamos al café de sobremesa y el momento de un pequeño paréntesis antes de continuar. La tarde llegó y con ella las nuevas sesiones, profundizando en la concepción de la vida, en los signos de la muerte, en la forma de enfocar este proceso. Poco a poco, sin prisa, pero con mano siempre diligente, los Maestros nos fueron conduciendo al corazón de las enseñanzas budistas. Pusimos fin al primer día con la noche ya en el cielo para recoger nuestras cosas y volver a la casa, o los hoteles aquellos que no se quedaban con nosotros. La campana de la cena sonó para advertirnos que era momento de una nueva recuperación energética, y a ello nos pusimos. Con risas y palabras compartimos la cena, ya más relajados y con más sensación de familia. Pusimos fin al primer día completo con un concierto de cuencos, y listos y relajados nos fuimos a descansar para enfrentar nuestro segundo día.

El día dos y el día tres llegaron y se fueron, compartiendo momentos de enseñanzas, de aprendizaje, de buena comida y compañerismo entre todos. El sol hizo su salida el tercer día y tras la comida pudimos hacer una excursión, todo alrededor brillante y verde, tras unos días de lluvia y con los pulmones bien llenos de aire puro de montaña.

El día de la despedida se inició pronto con su meditación y recordando los momentos ya pasados, noches de cuencos y meditaciones, enseñanzas profundas y un ambiente cordial. Las caras no estaban tristes, pero todos sentíamos que había llegado demasiado pronto el momento de decir adiós.

Iniciamos nuestro último desayuno, bajamos a nuestra última clase, y tras la misma unas fotos de recuerdo. Primera despedida, el grupo de Palma de Mallorca, deben coger los aviones antes y deben salir. Besos, abrazos, promesas de estar en contacto, pues la experiencia ha sido importante y nos ha tocado.

Es el momento de irnos, abrazos, besos, agitamos manos, metemos maletas en coches y nos encaminamos a la vida de antes, pero no iguales. Un poso, una huella, en nosotros que nos dice que algo importante ha tenido lugar.

Aún pienso en ello y sonrío, seguro que no soy el único.

Crónica escrita por un asistente al curso de La muerte & prácticas de Powa  en Tierra de Budas. 

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Fin de Semana en Tierra de Budas

Hay ocasiones en las que al salir del cine, pasan las horas, hemos dejado atrás la sala, pero la película sigue en nosotros de una manera perseverante, porque la huella que nos ha dejado hace que la estemos recordando, visualizándola constantemente. Eso es lo que me ha pasado este fin de semana cuando llegué a la Comarca de La Vera con la idea de pasar unos días de tranquilidad en plena naturaleza.

El lugar elegido para ello por mi compañero de viaje fue el Centro de Retiros Tierra de Budas, al pie de la falda sur de la Sierra de Gredos, perteneciente geográficamente al municipio de Villanueva de La Vera. Se trata de una extensa finca ubicada en un fantástico entorno, rodeada de zonas boscosas y gargantas que fluyen y caen sin cesar desde las alturas montañosas haciendo constantes cascadas de agua para deleite de nuestros ojos, encontrándose también un pequeño pantano justo por detrás, en los lindes de la finca; completando el paisaje un sinfín de caminos, sendas… rutas establecidas o por descubrir para escapar del ajetreo de la ciudad y de la rutina soportada en ella. Desde luego que Raúl atinó en su elección, este lugar es, sin duda, un emplazamiento idílico para descansar, un lugar que invita a la calma como pocos.

El complejo, que en sí lleva funcionando desde el verano pasado, me impresionó porque me sentí trasladado a un mundo diferente… rodeado por una pared de piedra, está repleto de vegetación y de árboles que, debido al abandono de la finca durante años por los anteriores propietarios, se están recuperando poco a poco. Nada más llegar te encuentras con un pintoresco muro que te da la bienvenida y te anticipa un pasillo hasta el edificio repleto de estandartes y banderas de colores, La distancia hasta la entrada la caminamos fijándonos en cómo el viento mecía aquellas banderas de oración que nos deseaban lo mejor y nos aportaban la alegría de su colorido y la energía de sus sagrados símbolos y mantras escritos. Al contemplar la arquitectura de aquella construcción sientes que una pequeña porción del Tibet ha venido hasta aquí a enraizarse en esta tierra de la comarca cacereña.

Antes de llegar a la puerta hay un puente de madera que es digno de admirar por lo bonito que es y lo que transmite, no es muy grande, pero está adornado a cada lado por seis magistrales Ruedas de Dharma doradas. Cuando entras en el interior se aprecia sencillez y buen gusto en la decoración, una ambientación ideal, que por supuesto hace alusión a temas tibetanos. Los techos están reforzados con vigas de madera que embellecen sobremanera el lugar. Todo remodelado y adaptado a las necesidades tanto de descanso como espirituales.

La habitación que dispusieron para nosotros fue La Tara Blanca, una estancia idónea, nueva, moderna, con encanto; encanto que se ampliaba al abrir la ventana y contemplar lejanas las cimas del Almanzor y la Galana. Después de la cena, (por cierto: ¡Bravo por el cocinero!) aquella noche nos invitaron a conocer distintos lugares que en principio no están a la vista: El templo, la biblioteca… nos hablaron de los trabajos desarrollados; nos explicaron detalles de sus símbolos,  sus emblemas… acercándonos  a comprender parte de esa cultura ancestral y religiosa que es el budismo. Paseamos con ellos por la zona ajardinada próxima al edificio, iluminada de forma formidable por unas farolas bajas. Fue un pequeño recorrido entrañable y cordial en el que, sobre todo al entrar en el templo, llegas a sentir un algo especial que te hace estar en buena consonancia con todo.

Ni  Raúl (más versado que un servidor en estas cuestiones religiosas, o si se quiere filosóficas), ni yo, podíamos imaginar  al entrar el viernes por la tarde en aquel recinto, que dentro hallaríamos mucho más que sus puertas de entrada o salida, y que el regreso lo haríamos cargados de sensaciones inexplicables… porque lo más importante se encuentra en sus moradores, en la personas que trabajan, que viven allí y que te acogen con todo su corazón, logrando transmitirte positivismo en su afán de hacerte sentirte bien, apreciando que lo hacen encantados porque es su razón de ser. Gente de buena disposición que te hacen olvidar los sinsabores de la vida de los que llegaste huyendo, sintiéndote en familia en tan sólo unas horas

Agradecer al Lama Ghese Tsering Palden y a Ghese Ngawang losel, a Amparo, a Lobsang, a Gonzalo, su enorme hospitalidad hacia nosotros, porque con su buen hacer convirtieron aquello que iba a ser una parada de fin de semana más, en algo mucho más trascendental en nuestras vidas… Hay cosas que no se aprecian a simple vista.

A veces te vas a pasar un fin de semana y resulta que el fin de semana no se va de ti, que su imágenes, sus voces, sus formas, su mensaje, te han dejado una huella imborrable… y maravillosa.

Salvador  Úbeda

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Hábitos saludables para cada día

En este puente de la Constitución, Tierra de Budas ha apostado por la sostenibilidad, a través de una experiencia triple de formación.

En dos grupos, de nombres marcadamente vegetales, Tallos y Raíces, se han dado cita varios estudiantes interesados en integrar y aprender las bases de la alimentación, la cocina vegetariana y el bienestar interior desde la perspectiva del chi-kung.

Recibidos todos ellos antes de la hora de comer el día 6, los estudiantes fueron llegando a la casa, para encontrar sus habitaciones y poder descansar antes de la comida.

Reunidos todos en el salón, llega la presentación del equipo que los va a atender, los profesores con muchas ganas y energía, y todos ellos acompañados de los miembros que asisten en Tierra de Budas. Llega el material, gorros, mandiles, paños, manuales y recetarios…todo lo necesario para que dé comienzo el curso.

Pero antes de estudiar, es momento de alimentarse, y por ello los primeros platos salen a la mesa, una primera muestra, para ir abriendo boca e imaginar las posibilidades que la cocina vegetariana puede ofrecer.

Son las 5, da comienzo, ahora sí, oficialmente el programa. Los grupos se dividen, Tallos entran en cocina, expectantes y bien arreglados, y Raíces marchan a la sala con los profesores de chi-kung, a descubrir los misterios de la energía interna y su circulación corporal. A mitad de la tarde un pequeño descanso, para tomar aire. Las caras sonrientes de los estudiantes de cocina salen a recibir al resto… ¿qué delicias tendremos para la cena? Pequeña pausa y continúa el programa, toca la clase en la biblioteca para descubrir qué puede hacer por nosotros la alimentación y su importancia en la salud. El tiempo corre y llega la hora de parar…el comedor aguarda repleto de los platos que el equipo de cocina ha preparado. Son caras alegres y satisfechas que nos muestran sus avances, ensaladas, quiches, cremas, postres…un sinfín de colores y olores que animan a comer y a conversar.

Tras la cena es momento de iniciar el camino del descanso, y nada mejor que una sesión de cuencos para equilibrar los sentidos. Y tras ella, ahora sí, la mullida y caliente cama, donde recuperar fuerzas para el nuevo día.

Es viernes, fresca la mañana, que comienza con ganas para todos con un apetitoso desayuno. Tras él, los grupos cambian, es momento de entrar en cocina para Raíces. Serán ahora ellos los que tomen el relevo en los fogones. Tallos se aventuran en las enseñanzas del chi-kung. Mitad de mañana, pausa para estirar piernas y tomar algo. De la cocina ya salen olores que hacen la boca agua, pero queda aún por ocuparse de aprender sobre alimentación, y así ocupados hasta que dan las 2, es la hora de comer. De nuevo un festín de platos, de colores, de sabores salados y dulces, a los que todos se entregan con disfrute.

Tras el almuerzo, momento de pausa: siesta, descanso, paseo por el bosque, lectura…cada cual busca su hueco, pues en breve llegarán las 5 para retomar las clases.

…El tiempo pasa, apenas sin darse cuenta y del viernes llega el sábado y tras él el domingo. Y en todo momento compartiendo experiencias, sabiendo de las aventuras de los que vienen de lejos, de los que son de la zona, de los que buscan un momento de descanso, de los grandes aficionados a la cocina o de los menos, sorprendidos por los hábitos a mejorar, y recuperados, descansados y llenos de fuerza tras estos días de convivencia y formación.

Es domingo por la mañana, últimas recetas, la última comida compartida, repaso de toda la serie de chi-kung de estos días, últimas sorpresas y risas en la biblioteca.

Y como en todo, llega el final, es momento de recoger, de recuperar los coches y encaminarse de vuelta a casa, y decir hasta luego a Tierra de Budas. Aunque de camino da tiempo a reflexionar, a recordar lo aprendido, a recordar sonrisas y momentos, pero lo más importante, a darse cuenta de que tenemos en nuestras manos nuestra salud.

Crónica escrita por un alumno de Encuentros de Cocina Vegetariana & Chikung

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Participar de la alegría en Tierra de Budas

“Muchas personas son conscientes de que la vida está llena de momentos, y que aquellos que merece la pena atesorar, porque tocan nuestro corazón, tienen lugar en pocas ocasiones.

No hace mucho, en Tierra de Budas, pude vivir uno de esos instantes.
De retiro del Buda Vajrasattva con los maestros Geshe Tsering Palden y Geshe Ngawang Losel, acompañados por gente de la Comunidad Budista Thubten Dhargye Ling, voluntarios, amigos del centro Lama Tsongkhapa en Palma y gente de otros países y procedencias, pude comprobar en primera persona, la alegría de participar de la energía colectiva de la convivencia y de la profundidad y sutileza del Budismo y el Tantra.
Tierra de Budas estaba esplendoroso, con los tonos cambiantes del otoño, y el verde que impregnaba la tierra. Al llegar sentías que era el lugar de descanso donde uno siente que recupera la fuerza.
Dentro, en la casa se percibía la calidez del sitio, cómodas habitaciones, que invitaban al reposo. Me sentía lejos del ruido, mecido en la quietud de este lugar seguro.

De retiro con los maestros Geshe Tsering Palden y Geshe Ngawang Losel, acompañados por gente de la Comunidad Budista Thubten Dhargye Ling, voluntarios, amigos del centro Lama Tsongkhapa en Palma y gente de otros países y procedencias, pude comprobar en primera persona, la alegría de participar de la energía colectiva de la convivencia y de la profundidad y sutileza del Budismo y el Tantra.

En un paisaje de verdor, y con el freso que trae el otoño, Tierra de Budas estaba esplendoroso, y se transformaba en ese lugar de descanso donde uno siente que recupera la fuerza.

Dentro, en la casa, habitaciones de blanca ropa, en un ambiente limpio, amplio y cálido, me sentía lejos del ruido, mecido en el descanso de un lugar seguro.

Y no sólo el espíritu se alimentaba, también el cuerpo, con una cuidada dieta desde el desayuno a la cena, abundante, variada, rica y sabrosa. Aderezado todo ello de la gente que estaba presente, cada uno con sus anécdotas, con sus risas y lamentos, pero siempre en un ambiente de alegría y disfrute.

Pero eso era sólo la corteza del retiro, dentro el corazón de las enseñanzas. Un retiro inmejorable, con las palabras siempre acertadas y precisas de los maestros que nos guiaban en cada paso, abriendo su sabiduría para entender el significado más sutil de aquellos seres iluminados que expusieron su conocimiento para nuestro beneficio.

Las horas en la gompa, llevando a cabo la práctica son instantes dulces, instantes de oro, que sólo quien los vive puede ser capaz de saber su inestimable valor.

Cada día profundizábamos en la práctica de meditación en el Buda Vajrasattva, consiguiendo rozar el entendimiento de la paz mental, la ecuanimidad, sintiendo que mejoraban nuestras cualidades positivas a la vez que purificábamos karmas negativos. Todo ello con un solo objetivo, el ser capaces de poder ayudar a todos los seres.

Cuando mi recuerdo viaja a esos días, aún siento la piel que se eriza, la mente que reposa, el corazón que brinca, y es que, vivir una aventura en Tierra de Budas es algo para recordar. Cada día miro el calendario de actividades para ver cuándo será la siguiente…por nada me la quiero perder.”

Crónica de un asistente al Retiro de VAJRASATVA del pasado mes de noviembre.
 

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Gracias, desde Tierra de Budas

El pasado 8 de septiembre tuvo lugar la ceremonia de inauguración del Centro de Retiros Tierra de Budas en la cacereña localidad de Villanueva de La Vera y desde este medio queremos agradecer a todas las personas que nos acompañaron en este día tan especial para nosotros.
Tierra de Budas es un proyecto cultural, social y ético que promueve los valores budistas con la intención de divulgar las enseñanzas de Buda, en la búsqueda de la felicidad, a través del estudio y el desarrollo del buen corazón, del amor y la compasión, de forma que todos podamos aprender a vivir en una sociedad libre de conflictos, en paz y armonía.

Tierra de Budas es un espacio de un valor incalculable, donde numerosas personas podrán recibir orientación y guía en su camino espiritual, dónde la luz del dharma de Buda brillará con intensidad.

El centro de retiros se encuentra en los aledaños de Villanueva de la Vera, Cáceres. La Comarca de La Vera ha sido elegida por su excelente entorno, protegido por la Sierra de Gredos cuenta con una vegetación abundante y la presencia constante del agua. Esto hace de ella un marco ideal para el estudio, la reflexión y el descanso, así como para el disfrute del tiempo libre. Sostenido por el amoroso cuidado de nuestros maestros el centro de retiros Tierra de Budas es ya una expresión viva de la riqueza del linaje gelugpa.

Con  la Ceremonia de Apertura de la Puerta del Nirvana, dirigida por nuestro Maestro Muy Venerable Geshe Tsering Palden, acompañado por Muy Venerable Thubten Wangchen, Muy Venerable Geshe Lungtok, Muy Venerable Geshe  Ngawang Losel, seguida del ritual de bendición del nuevo centro de retiros, Tierra de Budas abre sus puertas a todas aquellas personas que quiera alcanzar la felicidad, a través del estudio y el desarrollo del buen corazón, del amor y la compasión.

Al acto asistieron el Presidente de Comunidades Budistas de España D. Enrique Caputo,  Ilustrísimo Señor Alcalde de Villanueva de La Vera, D. Antonio Caperote, 1º Teniente de Alcalde y Concejal de Educación y Cultura D. Hipólito Paciano y otras autoridades. Muchas gracias por vivir con nosotros esta intensa jornada.

Gracias a todos nuestros queridos compañeros de Thubten Dhargye Ling. Siempre formáis parte de nuestras vidas.

Queremos tener un agradecimiento especial a todas las personas que se trasladaron desde Palma de Mallorca, de nuestro Centro hermano Lama Tsongkhapa, para compartir con nosotros el inicio de un camino donde viven  el amor, la compasión, y la alegría. Gracias por vuestra entrega y generosidad!

Gracias a todas las personas que se acercaron desde todos los puntos del mundo y nos acompañaron en este día tan entrañable, llenaron nuestros corazones de alegría y forjaron una unión con Tierra de Budas.

Vosotros, nuestros queridos voluntarios, con vuestra entrega, fe y alegría habéis mostrado la belleza que hay en cada corazón y habéis llenado cada rincón de dulzura, esperanza, amor, calma y mucha paz. Gracias. Gracias a todos vosotros que en vuestras horas,  habéis cargado de colorido este bello monasterio. “Tierra de Budas” quiere enriquecer las vidas de todos los seres, porque la vida se mide por la generosidad, y vosotros habéis contribuido con esfuerzo y tiempo a este mágico proyecto de Amor Verdadero. Que siempre tengamos el corazón en lo más alto, en el amor, en la entrega, esto será una prueba de nuestro crecimiento interior.
” Tierra de Budas ” valora vuestra entrega, queridos voluntarios, y además esto será parte de un camino más hacia el despertar de vuestras vidas.

¡Muchas gracias!

Agradecemos el cariño mostrado en estos días, agradecemos el brillo de vuestros ojos en las emociones. Esta bella  “Tierra de Budas ” siempre os dará un espacio en donde poder descansar y dar fuerzas a cada corazón a vivir siempre en favor de la compasión.

Qué bonito es poder decirle al mundo: GRACIAS!

Con vuestra generosidad “Tierra de Budas” está llena de una preciosa fragancia.

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Vive la Meditación y descubre el budismo con Tara Verde

De la mano del Ven. Lama Geshe Tsering Palden nos hemos acercado a una tradición milenaria que ha proporcionado guía, paz y felicidad a millones de personas a lo largo de la historia. Han sido unos días llenos de paz, acercamiento a la visión budista y descubrimiento de una forma diferente de ver la vida.

Ven. Lama Geshe Tsering Palden nos ha mostrado la esencia del camino que conduce a la Iluminación mediante la exposición de una de las enseñanzas budistas preferidas de S.S. Dalai Lama XIV: “Los tres aspectos principales del camino”. Este texto fue compuesto por Lama Tsongkhapa, fundador de la “Escuela de los Gorros Amarillos”, en el siglo XV en Tíbet. S.S. Dalai Lama imparte esta enseñanza con frecuencia puesto que supone una presentación concisa a la vez que muy profunda de la visión budista.

alumnos curso Vive la Meditación y descubre el budismo con Tara Verde

Me postro ante mis maestros perfectos.

“De esta forma comprenderás exactamente los puntos vitales de los tres aspectos principales del camino. Practica en soledad, genera el poder del esfuerzo, y llegarás con rapidez a tu meta final, hijo mío.” (Los Tres Aspectos Principales Del Camino)

El curso no ha finalizado, en realidad apenas ha comenzado, pero en la vida cotidiana. La práctica continuará en nuestras vidas diarias.

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A vosotros, nuestros queridos voluntarios

A punto de completar el primer mes de nuestro programa de voluntariado es de justicia comenzar esta breve recapitulación de los trabajos realizados agradeciendo de corazón toda la ayuda que nos habéis prestado. A vosotros, nuestros queridos voluntarios, os agradecemos el entusiasmo y el esfuerzo, la determinación y la entrega que día a día estáis poniendo en Tierra de Budas. Sin vuestra mano tendida hoy no podríamos estar aquí. Gracias amigos!

A vosotros, nuestros queridos voluntarios, GRACIAS!Qué cantidad de cosas han sucedido en este mes! Parece ya lejano el inicio,  cuando en  los últimos días de junio comenzamos a montar nuestro pequeño “campamento de trabajo”. Cuando hicimos la mudanza de los enseres necesarios para los siguientes meses, la limpieza y preparación de los espacios destinados a cocina, despensa y dormitorio. La recuperación del pozo de la finca, la instalación de duchas y letrinas. Las primeras compras para llenar nuestra despensa. La emoción por la llegada y el uso de los primeros utensilios de trabajo: carretillas, azadas, rastrillos, tijeras de podar, desbrozadoras, y nuestra fantástica biotrituradora. Quedan ya  en nuestra memoria y en nuestros corazones el constante apoyo de Rafa, la determinación de Sergio, la disposición infatigable de Alberto y Mariano, el afán por la limpieza de José Mari, los cuidados que en todo momento nos dispensó Kathy  y el hombro amigo de Miguel. 

campo d eolivos Tierra de BudasLos alrededores de la casa están ya prácticamente listos. Tras desbrozar el terreno y desvaretar los árboles los olivos,  higueras, robles y limas comienzan a lucir hermosos. Limpios también los bordes del camino nuestra finca va tomando un precioso cariz, atisbandose ya en lo que se puede convertir. Los montones de leña seca se apilan cerca de los muros de piedra, esperando la llegada de la época de lluvias para poder ser quemados. Habiendo limpiado el entorno de la casa hemos empezado a adentrarnos en las fincas colindantes y comenzado a retirar los muros que dividían la propiedad principal de las de alrededor. La suave curva del terreno se extiende ya en varios tramos más allá de lo que la vista alcanza, atisbandose los nuevos territorios a conquistar por nuestros voluntarios. Mientras avanzamos en el trabajo la naturaleza sigue su curso y somos testigos de cómo crecen las olivas y los higos, las limas toman color y los melocotones se redondean. Gracias a Manuel, José Manuel, Francisco, Miguel Angel, Conchi, David, Joana, Lola, Gonzalo, Daniel, Dario, Cristina y Fran por los cuidados amorosos que habéis prestado a los árboles de Tierra de Budas. Gracias a Macarena, Mari Luz y Angela por esas deliciosas comidas y por el mimo con el que nos habéis cuidado.

A vosotros, nuestros queridos voluntarios, GRACIAS!

 

Y Geshe Ngawang quería que Tara Verde, la reina del Entorno de Tierra de Budas, disfrute de la espléndida vista del Almanzor así que hicimos un pequeño mirador en la montaña desde el que poder contemplar sus hermosas cumbres nevadas. Y emulando a Milarepa nuestros voluntarios subieron piedras para crear un espacio de meditación absolutamente único, al que hemos llamado el Mirador de Tara.  Nuestra gratitud, y la de aquellos que en el futuro lo disfrutarán, a Víctor, Juan Carlos, Jorge, Migmar, Yangzon, Pilar, Sergio, Ana, Alina, Quina, Marga, Álvaro y Almudena. Las piedras del Mirador de Tara evocarán vuestros nombres. 

cascada Tierra de BudasPero no todo ha sido trabajar, también hemos encontrado ratos para compartir y disfrutar de este idílico y paradisíaco entorno. Hemos paseado a la luz de la luna llena y adentrándonos en la Garganta de Minchones  hemos dado tregua al intenso calor de este mes de julio. La Mora y la Señorita nos han permitido sumergirnos en sus frescas y  cristalinas aguas, donde hemos nadado acompañados por los numerosos pececillos que las habitan. 

Y aún nos esperan otras partes de la finca en las que abordar tareas de construcción y riego. Nos espera también el bosque para que abramos en él nuevas sendas. Nos aguardan los pinceles para que dejemos volar nuestra creatividad y nuestro arte. Y nosotros esperamos la llegada de nuevos amigos, con los que compartir Tierra de Budas.

 

SI ESTÁS INTERESADO Y PUEDES AYUDAR TE ESPERAMOS DESDE JULIO HASTA OCTUBRE.

¡HAZTE VOLUNTARIO E INVIERTE EN FELICIDAD!

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