Realizar un voluntariado es siempre una experiencia única. Te invitamos a leer el testimonio de Macarena, una voluntaria que ha pasado una semana con nosotros. Esta es su historia.
“A solo 2 horas de Madrid y de fácil acceso se llega a las puertas de “Tierra de Budas”, que hace verdadero honor a su nombre. Tierra hermosa, llena de vida, de armonía y de paz.
Accedimos por el camino de entrada hasta la casa, aún por remodelar, que ya muestra sus buenos cimientos, amplitud y arquitectura equilibrada con la naturaleza del entorno. Fuimos recibidos con gran amabilidad por Geshe Ngawang, Rafa y los voluntarios que ya llevaban días colaborando. Nos mostraron toda la finca y nos instalaron cómodamente.
“Tierra de Budas” es un lugar espectacular, rodeado de bellos árboles milenarios y de exquisitos frutales, de una zona de baño idílica rodeada de vegetación, con una playita de arena, un “jacuzzi natural” formado por una pequeña cascada y con agua tan cristalina que deja ver los pequeños pececillos nadando alrededor, de un embalse y de una apacible montaña que invita a la meditación, con un antiguo castro celta y unos miradores espectaculares con vistas a la Sierra de Gredos.
Llevaban ya días los compañeros voluntarios, todos únicos e inigualables, poniendo todo lo mejor de sí mismos, con alegría, voluntad e ilusión y viendo como, poco a poco, todo iba tomando forma. Nos pusimos manos a la obra y perdimos la noción del tiempo ayudando, riendo y disfrutando en este bonito proyecto.
Compartimos quehaceres, risas, experiencias, tranquilidad, bienestar, vivir el momento, cielos estrellados, luna llena iluminando los caminos, comidas que saben al amor con el que se hacen y para coronar tan maravillosa experiencia, la ceremonia que los Geshes ofrecieron que es imposible de describir porque llegaba directa al corazón. Un verdadero regalo poder participar del lugar, la compañía y la guía de Geshe Tsering Palden y Ghese Ngawang.
Una experiencia única e inolvidable que invita a volver. Una acción virtuosa que traerá sus buenos frutos.“
Macarena Bernabé (Voluntaria de Tierra de Budas)
Los brillos de los árboles, el canto del agua entre las rocas, el aliento cálido del sol acogieron el día 8 de julio la celebración del Día del Maestro.
Los primeros caminos comienzan a tomar forma, reverdecen los árboles, la risa se oye al ritmo del trabajo coordinado, se saborea un rico menú de manos de cocineros y se respira el espíritu de la compasión, la generosidad y la alegría de los corazones plenos.
Nuestro programa de voluntariado de verano se extenderá de julio a octubre. Nos centraremos especialmente en los trabajos de exterior: limpiaremos el terreno de rastrojos, trabajaremos en el sistema de riego e iluminación del jardín y haremos senderos que nos conduzcan a los rincones mágicos de la finca. Los voluntarios tendrán una semana laboral de seis días. Se proporcionarán el alojamiento y la comida. Sugerimos un compromiso mínimo de estancia de una semana. Si estás interesad@ en formar parte de nuestro equipo cumplimenta el formulario de inscripción, nos encantará saber de ti, especialmente si eres profesional o tienes experiencia en las tareas señaladas. No dudes en apuntarte en nuestra web: 
De la mano de los Geshes y de Amparo fuimos viendo el edificio principal, o más bien imaginándonos cómo va ser después de los enormes trabajos de remodelación y arreglos: aquí la gompa… aquí la cocina… allí el salón… aquí la habitación de Tara, la biblioteca… un edificio luminoso y amplio con unas vistas tan espectaculares desde sus ventanas y balcones (podéis ver alguna foto, aunque las ventanas todavía no tengan marco!), que uno podría pasar un tiempo interminable asomado a ellas sin que notara los minutos pasar. Cualquier rincón de esta casa invita a la calma, y sus ventanas a contemplar la montaña y la naturaleza con la quietud propia de los sitios en donde el tiempo nunca tiene prisa.
Nuestros queridos Geshes hicieron una bella ceremonia cuyo propósito era que los habitantes de este hermoso sitio que ahora vamos a ocupar, puedan también verse beneficiados plenamente de ello, y ser molestados lo menos posible mientras se reconstruye… habitantes, por supuesto, de cualquier naturaleza… de la que podemos ver y de la que no podemos ver pero que están ahí. 
La tarde se coronó con el mejor de los postres: la visita al embalse al que da la finca y un chapuzón en el río! Un chapuzón fresquito y una agradable charla con los pies en remojo, sentados en las piedras, mientras contemplábamos un lugar idílico y recargábamos pilas para mucho mucho tiempo!