En este puente de la Constitución, Tierra de Budas ha apostado por la sostenibilidad, a través de una experiencia triple de formación.
En dos grupos, de nombres marcadamente vegetales, Tallos y Raíces, se han dado cita varios estudiantes interesados en integrar y aprender las bases de la alimentación, la cocina vegetariana y el bienestar interior desde la perspectiva del chi-kung.
Recibidos todos ellos antes de la hora de comer el día 6, los estudiantes fueron llegando a la casa, para encontrar sus habitaciones y poder descansar antes de la comida.
Reunidos todos en el salón, llega la presentación del equipo que los va a atender, los profesores con muchas ganas y energía, y todos ellos acompañados de los miembros que asisten en Tierra de Budas. Llega el material, gorros, mandiles, paños, manuales y recetarios…todo lo necesario para que dé comienzo el curso.
Pero antes de estudiar, es momento de alimentarse, y por ello los primeros platos salen a la mesa, una primera muestra, para ir abriendo boca e imaginar las posibilidades que la cocina vegetariana puede ofrecer.
Son las 5, da comienzo, ahora sí, oficialmente el programa. Los grupos se dividen, Tallos entran en cocina, expectantes y bien arreglados, y Raíces marchan a la sala con los profesores de chi-kung, a descubrir los misterios de la energía interna y su circulación corporal. A mitad de la tarde un pequeño descanso, para tomar aire. Las caras sonrientes de los estudiantes de cocina salen a recibir al resto… ¿qué delicias tendremos para la cena? Pequeña pausa y continúa el programa, toca la clase en la biblioteca para descubrir qué puede hacer por nosotros la alimentación y su importancia en la salud. El tiempo corre y llega la hora de parar…el comedor aguarda repleto de los platos que el equipo de cocina ha preparado. Son caras alegres y satisfechas que nos muestran sus avances, ensaladas, quiches, cremas, postres…un sinfín de colores y olores que animan a comer y a conversar.
Tras la cena es momento de iniciar el camino del descanso, y nada mejor que una sesión de cuencos para equilibrar los sentidos. Y tras ella, ahora sí, la mullida y caliente cama, donde recuperar fuerzas para el nuevo día.
Es viernes, fresca la mañana, que comienza con ganas para todos con un apetitoso desayuno. Tras él, los grupos cambian, es momento de entrar en cocina para Raíces. Serán ahora ellos los que tomen el relevo en los fogones. Tallos se aventuran en las enseñanzas del chi-kung. Mitad de mañana, pausa para estirar piernas y tomar algo. De la cocina ya salen olores que hacen la boca agua, pero queda aún por ocuparse de aprender sobre alimentación, y así ocupados hasta que dan las 2, es la hora de comer. De nuevo un festín de platos, de colores, de sabores salados y dulces, a los que todos se entregan con disfrute.
Tras el almuerzo, momento de pausa: siesta, descanso, paseo por el bosque, lectura…cada cual busca su hueco, pues en breve llegarán las 5 para retomar las clases.
...El tiempo pasa, apenas sin darse cuenta y del viernes llega el sábado y tras él el domingo. Y en todo momento compartiendo experiencias, sabiendo de las aventuras de los que vienen de lejos, de los que son de la zona, de los que buscan un momento de descanso, de los grandes aficionados a la cocina o de los menos, sorprendidos por los hábitos a mejorar, y recuperados, descansados y llenos de fuerza tras estos días de convivencia y formación.
Es domingo por la mañana, últimas recetas, la última comida compartida, repaso de toda la serie de chi-kung de estos días, últimas sorpresas y risas en la biblioteca.
Y como en todo, llega el final, es momento de recoger, de recuperar los coches y encaminarse de vuelta a casa, y decir hasta luego a Tierra de Budas. Aunque de camino da tiempo a reflexionar, a recordar lo aprendido, a recordar sonrisas y momentos, pero lo más importante, a darse cuenta de que tenemos en nuestras manos nuestra salud.
Crónica escrita por un alumno de Encuentros de Cocina Vegetariana & Chikung