En la tradición budista tibetana antes de ocupar un nuevo espacio se lleva a cabo un ritual de purificación de las personas y del entorno. Para eliminar las energías negativas que pueda haber en el lugar y para pacificar a cuantas fuerzas puedan oponerse a nuestra presencia, se conjura a Dorje Namjom, Vajraviradana, quien después de limpiar el sitio crea un escudo protector sobre el mismo.
Saka dawa es el mes en que se celebran el nacimiento, iluminación y el paso al parinirvana de Buda Sakyamuni. En este periodo todas las acciones positivas se multiplican por cien mil, es la época del año en la que llevar a cabo acciones positivas genera más mérito. Las prácticas de purificación y el inicio de importantes acciones de expansión del dharma son de mucho más valor cuando se llevan a cabo en este tiempo. Durante este mes de Saka dawa, en un día especialmente favorable según la astrología tibetana, justamente antes de comenzar las obras de remodelación del edificio, nuestros maestros Geshe Palden y Geshe Ngawang han llevado a cabo la consagración de Tierra de Budas. Tras la puja de Dorje Namjom nuestros lamas han ofrecido el lugar a los budas, para que a partir de ahora tengan aquí su morada.
Conchi Fernández comparte con nosotros cómo vivió este precioso día.
Un día especial en Tierra de Budas
"El pasado fin de semana tuvimos la enorme suerte de poder pasar uno de esos días inolvidables en un pequeño paraíso todavía en bruto: Tierra de Budas.
Unos cuantos compañeros fuimos a conocer el lugar, y descubrimos que era más maravilloso de lo que nos habían contado o lo que habíamos podido ver en fotos... en realidad no creo que ninguna de esas fotos le haga justicia…. Es uno de esos sitios que tienen magia propia, y que no solamente hay que verlo, sino que hay que sentirlo.
De la mano de los Geshes y de Amparo fuimos viendo el edificio principal, o más bien imaginándonos cómo va ser después de los enormes trabajos de remodelación y arreglos: aquí la gompa… aquí la cocina… allí el salón… aquí la habitación de Tara, la biblioteca… un edificio luminoso y amplio con unas vistas tan espectaculares desde sus ventanas y balcones (podéis ver alguna foto, aunque las ventanas todavía no tengan marco!), que uno podría pasar un tiempo interminable asomado a ellas sin que notara los minutos pasar. Cualquier rincón de esta casa invita a la calma, y sus ventanas a contemplar la montaña y la naturaleza con la quietud propia de los sitios en donde el tiempo nunca tiene prisa.
Nuestros queridos Geshes hicieron una bella ceremonia cuyo propósito era que los habitantes de este hermoso sitio que ahora vamos a ocupar, puedan también verse beneficiados plenamente de ello, y ser molestados lo menos posible mientras se reconstruye… habitantes, por supuesto, de cualquier naturaleza… de la que podemos ver y de la que no podemos ver pero que están ahí.
Después de disfrutar de una agradable comida a lo picnic, nos fuimos con Geshe Ngawang como guía, a dar una buena caminata por todo el lugar… para mí, quizá, esto fue el plato fuerte de la tarde: disfrutar de un maravilloso entorno, lleno de vistas impresionantes a la montaña y al valle de la Vera. Un camino en bruto lleno de rincones inigualables y especiales...
Un paseo divertido, lleno de buena energía que íbamos dejando en el bosque a nuestro paso, gracias a los pequeños sprays que los Geshes nos prepararon durante la ceremonia… para que fuésemos rociando todo a nuestro paso, creando pequeños arcoíris, beneficiando a todo el entorno con sus pequeños y grandes habitantes.
Las fincas llevaban mucho tiempo abandonas y el bosque pide a gritos que le cuiden… hay que limpiarlo para que pueda respirar. No solamente se trata de hacer un paseo para que podamos disfrutar (que sin duda lo haremos), se trata de cuidar, respetar, crear y mantener un ambiente sano para todos los seres que allí viven y los que iremos… crear esos espacios que con tanto entusiasmo nos ha descrito el propio Gehse Ngawang: un rincón aquí, quizás para meditar, otro allá quizás para hacer Tai Chi, otro por allí, quizá para contemplar la vista y descansar… En fin, hay tantísimo trabajo por delante!
La tarde se coronó con el mejor de los postres: la visita al embalse al que da la finca y un chapuzón en el río! Un chapuzón fresquito y una agradable charla con los pies en remojo, sentados en las piedras, mientras contemplábamos un lugar idílico y recargábamos pilas para mucho mucho tiempo!
Un día fantástico con la mejor de las compañías, en un sitio espectacular… qué más se puede pedir?
Hay mucho trabajo por delante… y también mucha ilusión por llevar a cabo este proyecto…."
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